El mecanismo que une hambre-olfato se inicia en el sistema endocannabinoide, situado en nuestro organismo, y que también poseen las plantas de cannabis.

Artículo visto en la página Culturacientifica, publicado hace un año, y cuenta con la base científica del equipo internacional de investigadores codirigido por Pedro Grandes, del departamento de Neurociencias de la UPV/EHU y Giovanni Marsicano, de la Universidad de Burdeos.

Estos investigadores descubrieron como funciona el mecanismo que conecta la sensación de hambre con el incremento de la percepción olfativa en ratones; lo cual podría ser importante para la comprensión y tratamiento de desórdenes alimentarios como la anorexia en pruebas aplicadas a personas. ¿Y bien, a esta página dedicada al cannabis por que debería interesarnos esta noticia? Sigue leyendo y aparca el leño que tienes entre las manos un momento...


El mecanismo que une hambre y olfato se inicia en el sistema endocannabinoide del organismo.
Este sistema interconecta una serie de receptores localizados concretamente en el encéfalo y participa en las sensaciones de euforia, ansiedad y dolor... siendo sensibles a los cannabinoides que todos tenemos dentro de nosotros, concretamente el término es la Anandamida. Hasta ahora, parece ser que la mayor función de la anandamida cerebral, es la producción de placer. Las conexiones entre las células nerviosas se asocian con las experiencias del aprendizaje y con la de fijar las memorias. Las neuronas, pueden, entonces, crear nuevas conexiones y descartar las viejas. El uso reiterado de una conexión la hace más fuerte, la infrecuencia de su uso, la elimina obviamente. La recepción de los olores y el disfrute o desagrado de estos, también juega un papel básico con este receptor tan chulo.


Estos receptores cannabinoides, pertenecientes al grupo CB1, controlan un circuito que conecta el bulbo olfatorio (la parte del sistema nervioso que gestiona en primer término la información olfativa, localizada por encima de la nariz en los humanos) con la corteza olfativa (ya en el cerebro). Cuando se siente la sensación de hambre, se activan los receptores cannabinoides que, a su vez, activan el circuito olfatorio, que se hace entonces más sensible. De esta manera, cuando andamos por la calle y nos llega ese olor a pizza tan mágico desde las terrazas, este mecanismo entra en acción y pide a gritos que vayas al chino más cercano a comprar mierda de la buena... por ejemplo.

Como hemos dicho, sería este mecanismo biológico el que proporciona un incremento en la sensibilidad a los olores cuando se tiene hambre, lo que contribuye a la atracción hacia la comida y, en definitiva, la ingestión de alimentos. Dentro de nosotros llevamos compuestos químicos que también portan las plantas de marihuana (y no nos cansamos de repetirlo),  saber que estos receptores juegan papeles tan principales, desde la formación del embrión en el útero, y hasta en nuestro día a día, es sencillamente fascinante.

Si quieres seguir culturizando ese coco, visita este enlace de los Puntos y porcentajes de actuación de los receptores CB1 y CB2 en las distintas células presentes alrededor de todo el cuerpo humano. Ya puedes seguir dándole gas a tu pequeño.

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